Estas galletas son originales de Australia y Nueva Zelanda. Se que no son muy cofrades, pero en mi casa gustan tantos que en estas fechas que me pongo a hacer dulces como una loca, es raro el año que no las hago.
Son muy sencillas de hacer y como no llevan huevo se conservan durante muchísimo tiempo. Son crujientes y en realidad son un vicio, sobre todo si las haces pequeñitas como yo, no puedes dejar de picotear. Bueno os dejo la receta y ya me diréis que os parece.
INGREDIENTES:
- 150 grs. Mantequilla
- 150 grs. de Harina
- 110 grs. Azúcar Moreno (aunque se puede hacer con azúcar blanco normal)
- 85 grs. Copos de Avena
- 45 grs. Coco rayado
- 2 cucharadas de Golden Syrup (Se puede usar miel)
- 1 cucharadita de Bicarbonato diluida en un poco de agua.
PREPARACION:
Encender el horno para que se vaya calentando a 180º
Derretir la mantequilla y batirla con el azúcar hasta que espume y cree una masa homogénea.
La miel diluirla en agua templada con el bicarbonato, muy poca agua, lo suficiente para diluir la miel y el bicarbonato. Y agregar a la masa con el coco rayado y la avena.
Lo ultimo es la harina, mezclar todo hasta obtener una pasta.
Quedara una pasta como en la foto, pero se puede coger bien con las manos. Se hacen bolitas, yo aconsejo que no sean demasiado grandes ya que en el horno la masa casi dobla su tamaño. Lo dicho se hacen bolitas y se aplastan con la mano o si queréis con la ayuda de una cuchara. No tiene que quedar una forma igualada, simplemente aplastada como veis en la foto.
Esas formas aplastadas se colocan en una bandeja de horno con papel para horno, para que no se peguen y bien separadas que como he dicho antes casi doblan su volumen
En el horno a 180º deben estar muy poco tiempo, entre 10 y 12 minutos aproximadamente. Cada horno es un mundo y si hacéis las galletas pequeñas pues necesitaran algo de menos tiempo. Ya lo vais controlando y según vuestro horno le pillareis el truco.
Al sacarlas del horno debéis dejarla en la bandeja unos minutos, porque si las cogéis se romperán. Y luego pasarlas a una rejilla para que enfríen bien y no cojan humedad al guardarlas.
Y una vez frías ya las podéis guardar, yo las pongo en una lata con el fondo con papel de cocina y duran muchísimo, bueno eso cuando no se las comen, porque en mi casa todo dura poco.
Ya están listas para comérselas. Bien crujientitas.
Espero que me comentéis si las hacéis y si os han gustado.